A diferencia de la percepción inicial del sabor, el retrogusto se manifiesta en una fase tardía, cuando las moléculas sápidas interactúan con zonas específicas de la lengua y el epitelio olfativo retronasal.
El sentido del gusto es tan importante que está conectado al cerebro a través de tres vías separadas, por lo que si una se daña, aún hay dos respaldos para continuar con el trabajo, la misma cantidad de redundancia que una nave espacial.