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La sidra es una bebida fermentada a base de manzana que tiene una larga y rica historia que se entrelaza en Chile con la introducción del manzano (Malus domestica) en América por los españoles.

Desde las primeras plantaciones coloniales hasta el reconocimiento internacional actual, la sidra chilena ha evolucionado para convertirse en un símbolo de identidad cultural y calidad artesanal.
Contenido
La llegada de las manzanas a América
La manzana no es un fruto nativo de América. Su introducción ocurrió durante la colonización europea, quienes trajeron consigo diversas especies vegetales para garantizar fuentes conocidas de alimento y bebidas.
Entre estos cultivos estaba el manzano, cuya adaptabilidad permitió su rápida expansión por el continente.
En Chile, las primeras manzanas llegaron vía Perú, probablemente a través de los caminos coloniales que conectaban Lima con Santiago.
Los cronistas de la época destacaron cómo este frutal se aclimató favorablemente en el sur del país, especialmente en regiones como La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos.
Estas áreas, con su clima templado y húmedo, ofrecían condiciones ideales para el cultivo de manzanas, que pronto se convirtieron en un recurso clave para las comunidades locales.

La manzana encontró un hogar perfecto en los bosques lluviosos de la región, adaptándose de manera natural a las condiciones únicas del suelo volcánico y el clima húmedo.
Estas manzanas desarrollaron características excepcionales, producto de una selección natural que las hizo ideales para la fermentación, una práctica que incluso los pueblos originarios adoptaron tempranamente como parte de sus tradiciones culinarias y culturales.
Autores como el padre Alonso de Ovalle (1646), Diego de Rosales (1674) y Claudio Gay (1862) documentaron ampliamente la abundancia de manzanos en el sur de Chile.
Incluso Charles Darwin, durante su viaje por Chile en 1835, también quedó impresionado por los manzanales que rodeaban Valdivia, subrayando la importancia de su presencia en la región.
Es la única ciudad del mundo inserta en un bosque de manzanos.
Esta abundancia facilitó no solo el consumo fresco de manzanas, sino también su transformación en bebidas fermentadas, como la chicha de manzana.
De la chicha a la sidra
La chicha de manzana es una bebida tradicional que ha sido parte de la cultura chilena desde tiempos coloniales.
Aunque menos refinada que las sidras europeas, la chicha jugó un papel central en las festividades rurales y celebraciones patrias.
Originalmente elaborada por comunidades indígenas y mestizas, esta bebida se producía mezclando manzanas con otras frutas locales, como peras o membrillos, utilizando técnicas de fermentación rudimentarias.
Con la llegada de inmigrantes europeos en el siglo XIX, particularmente alemanes, españoles y franceses, la producción de bebidas fermentadas de manzana experimentó una transformación significativa.

Estos colonos introdujeron variedades de manzanas específicamente seleccionadas para la elaboración de sidra, así como técnicas más avanzadas de fermentación.
Regiones como La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos se convirtieron en epicentros de esta nueva industria, donde los huertos patrimoniales comenzaron a florecer.
A diferencia de la chicha, que era una bebida más sencilla y rústica, la sidra europea requería un proceso más controlado, con selección cuidadosa de manzanas ácidas y dulces, así como un tiempo de fermentación más prolongado.
Este refinamiento permitió la producción de sidras más complejas y elegantes, aunque inicialmente estas permanecieron limitadas a pequeñas comunidades rurales.
Desafíos y declive durante el siglo XX
Durante el siglo XX, la producción de sidra y chicha enfrentó importantes desafíos debido a cambios políticos y económicos.
La promulgación de la Ley de Alcoholes en 1902, que favoreció la producción de vino en detrimento de otras bebidas alcohólicas, marcó un punto de inflexión.
Las grandes bodegas del Valle Central consolidaron su dominio en la industria vitivinícola, relegando la sidra y la chicha a un segundo plano. A pesar de esto, algunas comunidades rurales lograron mantener vivas sus tradiciones sidreras.
En el sur de Chile, familias descendientes de colonos europeos continuaron cultivando manzanas patrimoniales y elaborando sidra artesanal para consumo local.
Estas prácticas, aunque marginadas, sentaron las bases para el resurgimiento que vendría décadas después.
El resurgimiento de la sidra en el siglo XXI
En las últimas décadas, la sidra chilena ha experimentado un renacimiento notable. Este resurgimiento ha sido impulsado por una nueva generación de productores que han combinado técnicas tradicionales con innovación moderna.
Utilizando manzanas patrimoniales y métodos de fermentación cuidadosamente controlados, estos sidreros han logrado producir sidras de alta calidad que rivalizan con las mejores del mundo, obteniendo reconocimiento internacional en competencias y mercados globales.
Este renacimiento dio lugar a la publicación de la primera Guía de la Sidra en Chile del sommelier español Pascual Ibáñez, publicada en 2022, en donde se reseñaron más de cincuenta sidras y chichas de manzana disponibles en Chile, la mayoría de ellas producidas en el sur del país.
Este éxito no solo ha elevado el perfil de la sidra chilena, sino que también ha revitalizado las economías locales y promovido el turismo en regiones productoras.
Chile en CiderCon 2025
En 2025, Chile alcanzó un hito histórico al ser designado como país de honor en la CiderCon, el evento más importante del mundo para la industria de la sidra, organizado por la Asociación Americana de Sidra (ASC).

Este reconocimiento valida el esfuerzo y dedicación de los productores chilenos, quienes han trabajado incansablemente para posicionar a su país como un referente global en la producción de sidra de alta calidad.
La participación de Chile en este evento no solo celebra su diversidad de estilos y sabores, sino también su compromiso con la preservación de huertos patrimoniales y técnicas ancestrales.
Además, refleja el creciente interés mundial en la sidra artesanal, un movimiento que busca rescatar y valorar las tradiciones culturales asociadas a esta bebida.
El futuro de la sidra chilena
A pesar de su crecimiento, el consumo de sidra en Chile sigue siendo relativamente bajo en comparación con otras bebidas alcohólicas.
Uno de los principales desafíos es cambiar la percepción del consumidor, que a menudo asocia la sidra con la chicha de manzana o la considera una bebida secundaria frente al vino o la cerveza.
Para superar este obstáculo, es fundamental continuar con los esfuerzos de educación y promoción.
En los próximos años, se espera que la sidra chilena consolide su posición tanto en el mercado nacional como en el internacional.
Este proceso beneficiará no solo a los productores, sino también a las comunidades locales, revitalizando su economía y su patrimonio cultural.
Este legado histórico, junto con el compromiso de los productores actuales, asegura que la sidra chilena seguirá siendo una parte vital de la gastronomía y la cultura del país, mientras continúa conquistando paladares en todo el mundo.
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