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El término «chanchitos de lúpulo» es un término habitualmente utilizado para describir un peculiar fenómeno de eructos rápidos y frecuentes que experimentamos tras consumir cervezas con alto contenido de lúpulo.

Aunque comúnmente se atribuye este efecto simplemente al gas de la cerveza, la realidad es que las variedades lupuladas presentan características químicas específicas que aceleran notablemente este proceso, acompañándolo de un regusto amargo y aromático característico.
Este artículo explora la ciencia detrás de este fenómeno cotidiano, revelando cómo los componentes naturales del lúpulo interactúan directamente con nuestro sistema digestivo para crear esta experiencia única que tanto conocen los amantes de las IPA y otras cervezas intensamente lupuladas.
Contenido
Los componentes clave del lúpulo
El lúpulo, esa planta trepadora cuyas flores se utilizan en la elaboración de cerveza, contiene dos tipos principales de compuestos que explican la rápida producción de eructos.
Por un lado, encontramos los compuestos amargos que se desarrollan durante la cocción de la cerveza, responsables del característico sabor amargo de las cervezas lupuladas.
Por otro lado, están los aceites esenciales que aportan aromas cítricos, florales o resinosos según la variedad de lúpulo utilizada. Estos aceites son particularmente volátiles, lo que significa que se evaporan con facilidad, incluso a temperatura ambiente.
Durante el proceso de elaboración, especialmente en técnicas como el dry hopping, donde se añade lúpulo en frío, estos aceites se preservan en mayor cantidad, incrementando su presencia en la cerveza final y su impacto en nuestro sistema digestivo.
Cómo se acelera el proceso digestivo
Cuando ingerimos una cerveza lupulada, los compuestos amargos entran en contacto con los receptores del gusto en nuestra boca y garganta.
Este estímulo amargo no solo nos permite disfrutar del sabor de la cerveza, sino que también envía señales a nuestro cerebro para preparar el sistema digestivo.
El cerebro responde incrementando la producción de jugos gástricos en el estómago, lo que acelera el proceso digestivo.
Este aumento en la actividad gástrica hace que el estómago procese más rápidamente tanto el líquido como el gas carbónico presente en la cerveza.
Como resultado, el dióxido de carbono se libera antes que en cervezas menos lupuladas, provocando esos eructos rápidos que caracterizan a los «chanchitos de lúpulo».
Además, algunos de los compuestos del lúpulo tienen un efecto suave en la musculatura del esófago, facilitando la liberación del gas acumulado.
La persistencia del retrogusto
El regusto marcado que acompaña a estos eructos rápidos se debe a la naturaleza química específica de los aceites esenciales del lúpulo.
Estos compuestos aromáticos son particularmente «pegajosos» a nivel molecular, lo que les permite adherirse a las membranas mucosas de nuestra boca y garganta.
Durante el proceso digestivo, estos compuestos se liberan junto con el gas, ascendiendo por el esófago y depositándose nuevamente en la boca, creando esa sensación de sabor persistente que puede durar varios minutos.
A diferencia de las cervezas menos lupuladas, donde el regusto suele desaparecer rápidamente, en IPA y otras variedades intensamente lupuladas, este sabor amargo y aromático permanece, incluso intensificándose con cada eructo, debido a la liberación gradual de estos compuestos volátiles que se han ido depositando en las paredes del estómago.
Factores que potencian el efecto
Varios factores adicionales potencian el efecto. El contenido alcohólico más elevado de muchas cervezas lupuladas actúa como un vehículo que facilita la absorción y liberación de los compuestos del lúpulo.
La temperatura de consumo también juega un papel crucial: las cervezas más frías inicialmente retienen mejor el gas, pero al alcanzar la temperatura corporal en el estómago, liberan el dióxido de carbono más rápidamente, especialmente en presencia de los compuestos del lúpulo que aceleran la formación de burbujas.
Además, la forma en que bebemos también influye. Tragar aire mientras se bebe, común cuando disfrutamos de una cerveza fresca con amigos, suma más gas al ya presente en la bebida.
Estos factores, combinados con la acción específica de los componentes del lúpulo, crean el perfecto escenario para esos eructos rápidos y frecuentes acompañados de un regusto intenso y persistente que caracteriza a las cervezas lupuladas.
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