Un avance en la comprensión de cómo la genética influye en nuestras preferencias alimenticias abre las puertas a posibilidades revolucionarias en la nutrición y la gastronomía.
Estudios recientes revelan cómo el ADN determina nuestros gustos, permitiendo una personalización en experiencias culinarias.
Bajo la asesoría del experto Ricardo Fernández-Ramires, asesor genético de la Clínica Inmunocel, Cusqueña realizó una experiencia que promete cambiar la manera en que entendemos y experimentamos los sabores.
Este innovador proyecto estudia cómo el ADN de cada persona influye en sus preferencias y percepciones de sabor.
Para explicar la conexión entre la genética y el sabor, según Fernández-Ramires:
El ADN es la molécula básica que tenemos todos los seres vivos, compuesta por 3 mil millones de bases nitrogenadas que forman un libro único para cada persona.
Esta singularidad genética se traduce en variaciones en los receptores de sabor presentes en la boca, afectando la intensidad con la que percibimos diferentes sabores.
Después de realizar un análisis genético a un grupo de personas, se logró identificar las preferencias de sabor de cada uno, analizando una serie de genes específicos para determinar cómo cada persona percibe los sabores y así poder participar de un proyecto especial.
Este mismo test puede también identificar predisposiciones a niveles más altos o más bajos de ciertas proteínas, ayudando a personalizar la comida de cada participante.
Gracias a este estudio, Cusqueña creó una experiencia completamente innovadora. Un evento exclusivo en el reconocido restaurante Pescados Capitales, invitando a explorar el vínculo entre la genética y las preferencias de sabores.
Durante este evento, los participantes tuvieron la oportunidad de descubrir el ADN y el origen del sabor de las cervezas Cusqueña, además de disfrutar de un menú completamente personalizado, diseñado especialmente para cada uno de los invitados según su genética.
En este análisis, existen numerosas variantes genéticas que influyen en cómo se percibe el sabor de la cerveza. Son más de 20 variaciones en la sensación de amargor, dulzor y ácidos grasos.
En 2003 se identificó el gen responsable de la percepción del sabor amargo, denominado TAS2R38, que marca una capacidad diferente para percibir el sabor amargo, y como este existe en las cervezas, se asoció con diferencias en las preferencias y elecciones de los alimentos.
Esta novedosa experiencia gastronómica se diferencia de cualquier otra degustación de cerveza al ofrecer un enfoque único y a la medida para cada invitado, con platos de comida personalizados junto a la variedad de cerveza perfecta, según sus gustos y su ADN.
La ciencia del ADN abre nuevas posibilidades en la gastronomía. Fernández-Ramires sugiere:
Imagínate que, antes de una cena, te realizas un test genético para conocer tus preferencias de sabor. El chef podría preparar un plato personalizado, potenciando los sabores que disfrutas y minimizando los que no te gustan. Es una experiencia gastronómica totalmente nueva.
Esto es precisamente lo que hizo Cusqueña, ofreciendo una experiencia gastronómica completamente nueva y personalizada según tus gustos.
Integrar la genética en la gastronomía de manera innovadora transforma la manera en que disfrutamos de la comida.