Hay épocas de la historia que funcionan como instantáneas de un período que se congela en el tiempo, una mezcla de personas, lugares y momentos encapsulados en toda su esencia.

Absenta, el "hada verde"
Absenta, el «hada verde»

Ocurrió en 1960 en Londres por ejemplo, en donde se llevo a cabo una revolución cultural impulsada principalmente por los más jóvenes que enfatizaba un hedonismo total y absoluto.

También ocurrió en el Renacimiento, un período que se extiende desde los siglos XIV al XVII, durante el cual un contagioso movimiento cultural se extendió por toda Europa y llegó a producir algunas de las mayores obras de arte de todos los tiempos.

Aunque ninguna época parece compararse con la embriagadora mística de París durante la Belle Époque, el período comprendido entre 1871 y 1915 que es considerado la edad de oro de los artistas e intelectuales que vivían bajo el influjo de «le fée vert», el «hada verde».

Sin embargo, el hada verde no era una pequeña criatura mítica voladora, sino el apodo del legendario licor supuestamente alucinógeno llamado absenta, una bebida que llegó a igualar su reputación a su alto contenido alcohólico, la misma que supuestamente enloqueció a Vincent van Gogh.

En una época en la que París actuaba como centro de reunión de algunas de las más mentes más creativas de la historia, el absenta parecía establecerse como un denominador común entre todos ellos.

Oscar Wilde lo expresó perfectamente cuando dijo:

Después del primer vaso, uno ve las cosas como le gustaría que fuesen. Después del segundo, uno ve cosas que no existen. Finalmente, uno acaba viendo las cosas tal y como son, y eso es lo más horrible que puede ocurrir”

Pero para entender cómo la absenta llegó a ser una de las bebidas más veneradas y controvertidas de todos los tiempos, vamos a revisar su historia.

¿Qué es el absenta?

La absenta fue creado originalmente en 1790 por Pierre Ordinaire, un médico francés asentado en Suiza que creó esta bebida como un elixir a base de alcohol destilado a partir de una hierba de sabor amargo llamada ajenjo (Artemisia absinthium).

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Ajenjo
Ajenjo (Artemisia absinthium)

Conocida desde la antigüedad, los griegos y los egipcios ya habían utilizado y prescrito ajenjo durante cientos de años para tratar dolencias como los calambres menstruales y la fiebre.

A lo largo de los siglos, el ajenjo siguió siendo una medicina popular, ya que Galeno por ejemplo, médico y filósofo griego del siglo II lo recetaba para los dolores de estómago y como remedio para los desmayos.

Hipócrates, a menudo considerado el padre de la medicina, lo recetaba incluso para tratar la ictericia, la anemia y el reumatismo.

El erudito romano Plinio el Viejo registró para la historia su propia receta con ajenjo:

De otras hierbas se hace el absintites, cociendo una libra de ajenjo del Ponto en cuarenta sextarios de mosto y reduciéndolo a la tercera parte, o añadiendo al vino briznas de ajenjo.

Muchos años después, cuando la peste bubónica regresó a Inglaterra en los siglos XVII y XVIII, las personas quemaban ajenjo para fumigar las casas infectadas.

Fue así como durante siglos, las bebidas de ajenjo siguieron siendo principalmente medicinales, aunque con pequeñas variaciones recreativas, como el vino de ajenjo y la «crème d’absinthe».

Pero lo cierto es que debajo de sus tenues hojas, el ajenjo también es naturalmente rico en tuyona, un compuesto químico que en grandes cantidades puede resultar alucinógeno y convulsionante.

Los inicios de la comercialización del absenta

La producción comercial de absenta comenzó alrededor de 1797 cuando el empresario Major Dubied compró la receta al Dr. Ordinaire y comenzó a fabricarla en Couvet, Suiza, en donde se comenzaron a incorporar aromáticos como anís tibio e hinojo dulce para utilizarla como aperitivo.

Décadas más tarde, la popularidad de la absenta se disparó durante la década de 1850 cuando se comenzó a entregar a los soldados de las tropas francesas durante la conquista de Argelia como un tónico medicinal preventivo de la malaria, la disentería y para ahuyentar a los mosquitos.

Al regresar a Francia, el gusto adquirido de los soldados por el licor esmeralda aseguró su presencia en bares, bistrós y cabarets de todo París, tanto así que ya en 1860, la hora feliz francesa de las cinco de la tarde en punto se comenzó a llamar «l’heure verte» (la hora verde).

En un principio, el absenta no era más que un capricho de las clases medias y altas, pero añadía un atractivo exótico, su milenaria historia y sus supuestos efectos alucinógenos.

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Fue así entonces como el absenta se fue construyendo poco a poco una reputación de «iluminador mental», debido a los múltiples reportes que hablaban de su capacidad de mejorar la percepción, la creatividad y la capacidad de «ver más allá».

Muy pronto los artistas y escritores que vivían en París por aquella época, comenzaron a utilizar absenta para despejar la mente y buscar inspiración.

El absenta se apodera de la Belle Époque

Rápidamente, el absenta se convirtió en sinónimo de genio artístico cuando luminarias literarias como Paul Verlaine y Arthur Rimbaud comenzaron a registrar sus alabanzas.

En 1859, Edouard Manet pintaba su famosa obra «El bebedor de absenta» , un retrato realista de un vagabundo vestido con harapos y sombrero de copa, con el pie izquierdo extendido con desafiante despreocupación. Junto a él se encuentra un vaso de absenta.

El bebedor de absenta
«El bebedor de absenta» de Edouard Manet

La pintura de Manet fue rechazada del Salón de París de ese año e hizo que su mentor, Thomas Couture, lo negara con la cabeza mientras decía: “Mi pobre amigo, tú eres el bebedor de absenta. Son ustedes los que han perdido su facultad moral».

Manet se había atrevido a retratar la intoxicación por absenta de manera realista; de hecho, su pintura le daba al tema una grandeza insolente.

Su nuevo mentor, el poeta Charles Baudelaire, había declarado:

Uno debe estar siempre borracho. Con vino, poesía o con virtud, tu eliges. Pero emborráchate.

La mitología de la absenta, el hada verde de la liberación, de las percepciones alteradas y los significados develados atrajo a diversos artistas de todo el mundo.

Vincent van Gogh era un converso y muchos historiadores del arte afirman que sus «extrañas» pinturas y su comportamiento errático fueron el resultado de su amor por el absenta.

Pablo Picasso incursionó en él durante un tiempo, llegando a pintar «El bebedor de absenta» y la obra cubista «El vaso de absenta».

Incluso Ernest Hemingway llego a definirlo como:

Una alquimia líquida y opaca, amarga, que adormece la lengua, calienta el cerebro y el estómago, cambia las ideas. Se supone que pudre tu cerebro, pero no lo creo. Sólo cambia las ideas.

La bebida también sirvió de musa para figuras legendarias y obras históricas en los movimientos artísticos del simbolismo, surrealismo, modernismo, impresionismo y cubismo.

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¿Cómo servir absenta?

La característica más definitoria de la absenta es su brillante tono verde herbáceo que parece casi resplandeciente, ya que aunque el alcohol es incoloro, el contenido de clorofila en el ajenjo funciona como colorante natural.

Por lo general, para servir absenta se utiliza un ritual y una parafernalia específicos que incluyen una cuchara ranurada sobre la que se sostiene un terrón de azúcar que luego se baña en una parte de licor de absenta (hasta un tercio de la copa) al que luego se prende fuego y de deja arder por unos segundos hasta que comienza disolverse y caramelizar.

Por último el azúcar termina de diluirse añadiendo una o dos partes de agua purificada sobre ella y revolviendo todo finalmente con la propia cuchara, un proceso que da lugar a una bebida lechosa y opalescente.

Decadencia y prohibición

Ya desde 1880, la producción en masa había hecho disminuir los precios considerablemente y el absenta era ahora una bebida accesible para todo el mundo.

Parecía que la absenta fluía de barril en barril por la «generación perdida» en París, ya que para 1910, los franceses bebían la friolera suma de 36 millones de litros de absenta por año, rivalizando directamente con un consumo de vino de casi 5 mil millones de litros.

Pero al parecer, la feroz competencia condujo a afirmaciones inventadas y campañas de difamación sobre la absenta que fueron orquestadas principalmente por la industria del vino.

Fue así como el alcohol que originalmente se había utilizado como medicina para los soldados franceses, pronto se asoció con delitos violentos, trastornos sociales y consumo de otras drogas.

El cuadro de 1876 de Edgar Degas «L’Absinthe» retrata a una mujer tristemente caída sobre su vaso de absenta que comenzaba a representar la actitud que se desarrollo hacia la bebida a finales de siglo.

En 1867, el respetado psiquiatra Valentin Magnan, fue nombrado médico en jefe del principal asilo de Francia, Sainte-Anne, en 1867, para aquella época, una autoridad nacional en enfermedades mentales.

Valentin Magnan (1835-1916)
Valentin Magnan (1835-1916)

Como muchos nacionalistas de la época, Magnan creía en una «raza francesa» y el concepto de «degeneración» y «decadencia» tenía mucha aceptación entre los funcionarios públicos.

Dados los cambios sociales e industriales masivos del siglo XIX, muchos, como era de esperar, comenzaron buscaron culpables.

Fue así como Magnan, que afirmaba haber encontrado signos del colapso nacional de Francia en su asilo, convirtió al absenta en el principal villano responsable de toda una serie de males sociales.

Magnan pronto desarrollo el concepto de «absintismo», definido como una patología distinta del alcoholismo, publicando en 1869 los resultados de un experimento que habría diseñado para demostrarlo.

Colocó un conejillo de indias en una vitrina con un platillo de alcohol puro. Un segundo conejillo de indias tenía su propio espacio con un platillo de aceite de ajenjo. Por último, otras dos vitrinas contenían un gato y un conejo, ambos con platillos de aceite de ajenjo.

Mientras Magnan observaba, los tres animales que inhalaban vapores de ajenjo se alborotaron y sufrieron convulsiones. El animal que respiraba alcohol simplemente se emborrachó.

A partir de este y otros experimentos similares, Magnan insistía en que sólo el absenta era el responsable de que consumidores crónicos sufrieran convulsiones, ataques violentos y episodios de amnesia, por lo que recomendó su prohibición.

Por aquella época ya muchos afirmaban que sus estudios tenían fallas metodológicas y que no eran convincentes, argumentando que lo más probable es que el consumo excesivo de absenta producía el mismo daño que el consumo en exceso de cualquier otra bebida alcohólica.

En medio de la incertidumbre médica, el apoyo a una prohibición total seguía siendo una postura minoritaria.

Los asesinatos de Jean Lanfray

Fue a finales de agosto de 1905 en el pequeño pueblo de Commugny, Suiza cuando Jean Lanfray, un fornido obrero de habla francesa, lloraba frente a los cuerpos de su esposa y sus dos hijas, insistiendo en que no recordaba haberles disparado. «Por favor, dime que no he hecho esto», se lamentaba. «¡Amaba a mi familia y a mis hijas!»

Lo cierto es que Lanfray había estado bebiendo durante todo el día anterior, primero dos copas de absenta durante la mañana y luego vino fuerte a la hora del almuerzo y durante su descanso de la tarde en su trabajo en un viñedo cercano.

Ilustración sobre Jean Lanfray
Ilustración sobre Jean Lanfray

De camino a casa, Lanfray se detuvo a beber café con brandy y ya de regreso a casa, se habría terminado otro litro de vino mientras su esposa le reclamaba llamándolo vago. Él le pidió que se callara. Ella le dijo que la obligara.

Lanfray entonces tomó su rifle cargado de la pared y le disparó a su esposa en la frente. Cuando su hija Rose acudió a ver que estaba pasando, también le disparó. Por último fue a la habitación contigua, caminó hasta la cuna de su otra hija y disparó nuevamente.

Fue así como a partir de esta lamentable tragedia, el sentimiento anti-absenta que había estado burbujeando en toda Europa se desbordó y según lo declaró públicamente el propio alcalde de Commugny, “el absenta es la causa principal de una serie de crímenes sangrientos en nuestro país”.

La prensa denominó la historia de Lanfray como «el asesinato del absenta» e intentaban explicar como es que dos vasos de líquido verde pálido eran la razón de que toda una familia haya sido asesinada.

Los prohibicionistas no podrían haber imaginado una metáfora más potente de la decadencia social.

Los propios abogados de Lanfray lo declararon un caso clásico de locura por absenta, mientras Albert Mahaim, un destacado psiquiatra suizo declaraba con absoluta seguridad que solo la corrupción sostenida y diaria de esa bebida repugnante podría haberle dado «la ferocidad del temperamento y la ira ciega que le hizo disparar a su esposa por nada y a sus dos pobres hijas, a quienes amaba».

El juicio duró un solo día y Lanfray fue declarado culpable de cuatro cargos de asesinato, ya que su esposa estaba embarazada. Se ahorcó en prisión tres días después.

La difamación final contra el absenta había sido todo un éxito y finalmente condujo a su prohibición en varios países.

El cantón de Vaud en Suiza, en donde se ubicaba Commugny, prohibió el absenta menos de un mes después de la muerte de Lanfray. Luego fue el turno del cantón de Ginebra.

En 1910 Suiza declaró ilegal el absenta. Bélgica lo prohibió en 1905 y los Países Bajos en 1910.

En 1912, EE. UU. impuso la prohibición del absenta calificándolo “uno de los peores enemigos del hombre, un demonio que es capaz de convertirlos en esclavos».

Ya para 1915, el hada verde había sido exiliada incluso de Francia, el lugar que durante mucho tiempo había sido el centro de toda una subcultura relacionada.

Si bien los movimientos de templanza habían florecido en todo el mundo a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, nunca antes se había atacado de igual forma a una bebida alcohólica individualmente.

Hoy en día, las leyes sobre el absenta difieren de un lugar a otro. Si bien muchos países han permitido desde entonces la producción de absenta, la mayor parte de la atención se centra en los niveles de tuyona presentes en el licor.

La química del absenta

Aunque fue un pionero de la psiquiatría francesa, Valentin Magnan no fue capaz de trascender a los prejuicios de su época.

Aún así, su diagnóstico de “absentismo” le dio el «imprimatur» de la ciencia médica a lo que de otra manera podría haber seguido siendo sólo una creencia popular.

Las prohibiciones ayudaron a solidificar la reputación mortal del absenta en la cultura popular y el trabajo de Magnan a menudo continuó eclipsando el estudio científico posterior.

Estructura química de la tuyona
Estructura química de la tuyona

Pero con la flexibilización de las restricciones legales, los científicos comenzaron nuevamente a examinar nuevamente el absenta, centrándose esta vez en su presunto ingrediente activo, la tuyona (C10 H16 O).

Durante mucho tiempo se había pensado que la tuyona, la esencia del ajenjo, era alucinógena, una opinión que estaba basada principalmente en las descripciones literarias de artistas como Baudelaire y Rimbaud.

Pero la verdad es que existían pocos estudios que pudieran respaldar tal afirmación.

Fue en 1975 que los científicos comenzaron a observar las similitudes en los efectos psicológicos atribuidos al absenta con los producidos por la marihuana.

Los investigadores sugirieron comparar la tuyona con el tetrahidrocannabinol (THC), el ingrediente psicoactivo del cannabis.

Resultó que la tuyona y el THC tienen una geometría molecular muy similar, ya que ambos tienen grupos funcionales disponibles para su metabolización en humanos.

Ambos son terpenoides y aunque este gran grupo contiene desde por ejemplo el Salvinornin A, la molécula psicotrópica de Salvia, también incluye a otras moléculas menos controvertidas, como el alcanfor y el mentol.

Investigaciones posteriores demostraron que si bien la tuyona exhibe cierta afinidad por los receptores cannabinoides del cuerpo humano, no estimula las mismas respuestas que el THC, es decir, sus efectos intoxicantes no son los mismos que los de la marihuana.

La tuyona, sin embargo, inhibe la activación del receptor GABA y en dosis extremadamente altas, esta propiedad puede causar espasmos y convulsiones.

Los investigadores plantearon la hipótesis de que algunos absentas anteriores a la prohibición pueden haber contenido cantidades igualmente altas de tuyona, pero los análisis químicos revelaron niveles mucho más bajos de los esperados.

La conclusión es que es muy poco probable que la tuyona, al menos en las pequeñas cantidades que se encontraron en el absenta de principios del siglo XX, pueda haber tenido un efecto intoxicante.

¿Qué causó el “absintismo”?

Algunos sugieren que sin una regulación estricta y un control de calidad adecuado, adulterantes como el sulfato de cobre, el antimonio o el cloruro podrían haber envenenado a los bebedores de absenta.

Por su parte, los alcoholes inferiores, utilizados por destiladores deseosos de obtener una rápida ganancia, también podrían haber provocado problemas de visión, por ejemplo.

Pero el culpable más probable es quizás también el más obvio, el etanol. Después de todo, el principal ingrediente del absenta es el alcohol, ya que mantener el ajenjo en solución requiere más del 50% de alcohol por volumen.

Despojado entonces de su singular glamour y los encantos de la prensa sensacionalista, el «absintismo» parece una aflicción mucho más triste y más común: el alcoholismo crónico.

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