Por Punch Drink
El día después de la Navidad de 2019, 10 amigos se reunieron para compartir unas exclusivas cervezas en el salón privado de un edificio de lujo cerca de Times Square.
Había raras Imperial Stout como una Side Project’s Beer, algunas cervezas de culto de Bokkereyder y muchas Lambic, como la Grote Dorst Angel Foam 2012.
Pero las cervezas más esperadas del día parecían idénticas, dos botellas verdes de estilo Champagne con etiquetas rojas denominadas «Cantillon Jean Chris Nomad».
Una de ellas, sin embargo, era una falsificación.
Nick Fahmie, un entusiasta de la cerveza proveniente de Nueva Jersey que asistía a la degustación afirma:
Existe un interés casi perverso por las falsificaciones que las convierte en piezas muy deseadas, ya que son parte de la historia de la propia cerveza.
Fue en enero de 2011 que Brasserie Cantillon, la cervecería ícono del estilo con sede en Bruselas, embotelló 1.200 litros de Lambic de tres añadas diferentes envejecidas en barricas de Burdeos rojas, blancas y Côtes du Rhône.
Esta edición se embotelló exclusivamente para ser vendida en Mi-Orge Mi-Houblon, una tienda especializada en Arlon, Bélgica, como un proyecto en colaboración entre el propietario de la tienda, Christophe Gillard y el chocolatero detrás de Jean Le Chocolatier, Jean François Vaux, por lo que esta cerveza de edición limitada fue denominada Jean Chris Nomad, o «JCN» en el lenguaje geek de la cerveza.
La edición estuvo disponible en formatos de 375 y 750 ml, con una producción total de alrededor de 2.000 botellas que se agotó instantáneamente y se volvió muy apreciada en el mercado negro de la comercialización y venta de cerveza.
Sin embargo, en junio de 2012, un usuario de los foros de Beer Advocate notó una discrepancia en la etiqueta de una botella de JCN que acababa de recibir, en comparación con otras legítimas que ya tenía en su bodega, señalando:
Al situarlas una al lado del otra y mirarlas de cerca fue muy obvio. Las etiquetas auténticas tienen gráficos nítidos, mientras que las etiquetas falsificadas contienen imágenes que son granulares y se imprimieron en un equipo casero.
Al probarla, sospechó que sólo se trataba de una Gueuze estándar.
Entonces se desató una tormenta, algunos pensaron que el usuario estaba creando una ansiedad indebida entre los coleccionistas, que posiblemente no podrían saber si era falsa.
Para otros, la etiqueta con bordes difusos tuvo sentido, recordando los comentarios de otros usuarios ante la ausencia de notas vinosas características.
Pero no fue hasta tres años más tarde, en septiembre de 2015, cuando Jean van Roy y Gillard de Cantillon lograron probar una JCN real justo al lado de una supuesta falsificación que habían comprado a un vendedor estadounidense de eBay por US125.
Inmediatamente fue evidente para ambos que se trataba de una falsificación, muy probablemente una Gueuze Clásica Cantillon 2011 reetiquetada.
Gillard escribió en Facebook después de la degustación:
En ese momento, se develó el misterio, pero no mi tristeza por la condición humana.
Pero entonces sucedió algo gracioso. A diferencia de la mayoría de las falsificaciones, las JCN no se devaluaron, en cambio, se volvieron tan coleccionables como sus versiones auténticas.
Por esos años todavía era legal vender botellas de cerveza en eBay y los coleccionistas corrían para comprar una de la docena de falsificaciones que se cree todavía estaban en el mercado y hoy, casi una década después, las JCN reales han disparado su valor del mercado negro, desde alrededor de US500 en 2015 a casi US1.700 o más el día de hoy, con falsificaciones que a veces superan ese precio.
Shuyang Fang, un conocido coleccionista de cervezas Lambic en Nueva York que pudo adquirir una JCN falsa como parte de una compra mayorista, cree que es imposible dar un valor de mercado a tal curiosidad por estos días.
Para algunas personas, es completamente inútil, para otros, simplemente no tiene precio.
Es tan exclusiva que si alguien realmente la quisiera, pagará lo que sea por obtenerla.
Para muchos coleccionistas, como los de la degustación de Manhattan que da inicio a esta historia, lo real y lo falso se han convertido en un paquete, no puedes beber una sino tienes la otra.
A pesar de ser una noción contraintuitiva, para muchos de ellos, la experiencia de beber algo excepcionalmente raro puede tener más valor que beber algo excepcionalmente bueno.
¿Y qué es más raro que un objeto cuya verdadera naturaleza se suponía nunca fuera descubierta?
Hay una buena razón por la que muchas falsificaciones de cerveza son precisamente Lambic, el perfil de sabor fermentado espontáneamente es impredecible, especialmente después de años de envejecimiento y puede ser difícil para un bebedor saber qué sabe “bien”.
Además, muchas de ellas vienen en una botella estándar, que se puede transformar fácilmente con una etiqueta falsa.
Para complicar aún más las cosas en el caso de la JCN, hasta hace poco, Cantillon tenía la particular costumbre de regalar etiquetas nuevas a cualquiera que las solicitara, destinadas principalmente a propietarios de bares que quisieran «refrescar» el aspecto de una botella vintage.
Y aunque eBay ya no permite la venta de cerveza en Estados Unidos, su contraparte belga/holandesa, 2dehands aún sí, que es donde se observa la mayor actividad sospechosa el día de hoy.
La verdad es que algunos bebedores de cerveza obsesionados con probar literalmente cada botella de importación incluso están de acuerdo con ser engañados.
Shuyang Fang señala:
Si te hace feliz. Tal vez es mejor ser ignorante.
Por su parte, Nick Fahmie cree que probar a ciegas una falsificación, junto con la real, puede significar un verdadero reto al paladar.
En la degustación del 26 de diciembre, el grupo perdió la noción de qué JCN era cuál hasta que quitaron los corchos.
La diferencia entre los dos fue muy clara. La profundidad y complejidad de la real estaba a años luz de la falsa.